lunes, 9 de mayo de 2011

Es la hora...


Es la hora? ven, pasa, no dudes. Mi sueño en verde se hace realidad al tenerte a las puertas de mi deseo, abiertas por ti. El tic tac que marca el reloj lo siento en mis sienes, tamborileando, batiendo mi cuerpo por dentro. La sangre me hierve en un sin fin de sensaciones. Y ahí estás tú, dispuesta, orgullosa, mirándome fijamente a los ojos, desafiando la teórica posesión que mi terreno me hace más confiado. Tú sonríes, maliciosa, sabedora del poder que tienes sobre mí. Pero hoy va a ser distinto.
Como siempre me acercaré sumiso, como te gusta, gateando, disimulando mi mirada que enfoca directamente el oscuro objeto del deseo que guardas entre tus muslos. A tu señal sacaré mi lengua sedienta para lamer tus pies con devoción, tus tobillos con dulzura, tus gemelos con avidez. Al llegar a tus rodillas sentirás el filo suave de mis dientes, y protestarás. Agitarás tu cuerpo con un pequeño gruñido y aprovecharé ese momento para lamer entre ellas, acariciando con mis manos la parte trasera de tus muslos. Y tú los abrirás, lentamente. La punta de mi lengua buscando su camino, sabiendo su camino. Sentirá como tus poros se abren a su paso, tu piel trémula, mientras acomodas tus piernas para dejar vía libre a mi apetito, que ascenderá sin pausa.
Estoy cerca, muy cerca, oliendo la esencia febril que emana de tu sexo. Siento como ya húmedo se prepara para recibir su obsesiva descarga de placer. Recorriendo tus ingles, rozando tu clítoris con la barbilla, comienzo a escuchar esos pequeños gemidos que tanto me excitan, que hacen que mi sexo reaccione, endureciendo su sangre. Vuelvo a pasar sobre él. El roce de mi barba de dos días sobre tu carne abierta hace que aprietes los músculos de tus nalgas, dejando de estar relajadas. Mejor así, mejor que estén alerta. Mi boca no te hace más larga la espera y se abalanza hacia tus entrañas, partiendo en dos tus labios, de abajo a arriba, intentando secar tu excitación húmeda. Es el momento de levantar la mirada, de ver tus ojos entornados. Sonrío al volver hacia tu clítoris, asomando ya erecto. La punta de mi lengua comienza a jugar con él, despacio, suavemente, cambiando de dirección a mi antojo. El ritmo es cambiante, como tus jadeos, rápido y feroz, lento y delicado, a un lado, arriba, abajo, al otro. Lo atrapo entre mis labios succionándolo como si pudiese arrancarlo para sacarlo de ahí, para llevarlo a mi cada en mi boca y disfrutarlo cada noche, cada día. Ver como tus manos aprietan tus pechos me hace un depredador, que juguetea con su presa, que se divierte viendo como esta no controla su cuerpo ni sus sentidos. Tus pezones lo sufren, retorcidos y estirados por tus dedos lascivos. A medida que siento cómo mueves tus caderas con mi ritmo en tu sexo, hago y deshago a mi antojo. Una de tus manos sujeta mi cabeza empujándola contra ti y aun a riesgo de perder el aire no detengo mi frenesí. Hoy no podrás conmigo, hoy no evitarás que te lleve a ese lugar donde sólo existen las nubes sin forma y el jadeo entrecortado por el deseo.
Llegará el momento y levantarás tus caderas, hundiendo mi cara en tu sexo convulso. Intentarás separarme de ti, pero me aferraré a tus piernas, devorando salvajemente tu botoncito rojo hasta que grites y supliques. Jadearás, gritarás, morderás tus labios perdidos. Y seguiré lamiéndote sin piedad, sabedor que tu cuerpo está más sensible que nunca. Cuando me supliques no dudaré, cuando te rindas acabarás riendo de placer, expuesta e indefensa a mí. Entonces me levantaré, sonriendo también. Y verás los efectos de tu orgasmo. No hay nada que me excite más que eso. Mi polla arderá enhiesta. Rodeando tu cuerpo, acariciando tu cuerpo con ella, me acercaré a tu boca seca para besarte, suavemente, lentamente, dulcemente. Y tras completar mi recorrido y volver a estar frente a ti, te levantaré de las manos. Notarás entre tus piernas temblorosas colarse mi erecto miembro. Tal vez leas en mis ojos ya lo que se cuece en mi deseo. Con un movimiento rápido y brusco te giraré, inclinando tu cuerpo sobre la butaca. Tras deslizar mis uñas por tu columna de ida y vuelta, mis manos separan tus nalgas. Y volverán a ponerse en alerta, reconociendo al enemigo, ese que las mira fijamente, mojado, goteante, enervado.

4 comentarios:

Amaltea Nayade dijo...

Uhummmm a que hora dices que es Todo eso??? jejeje....realmente apetecible...

Un besito muy dulce...!!!

llanis dijo...

pura narrativa erotica,sensualidad que despierta lo mejor de mis instintos mas felinos,apunto de hacerte sonar mi cascabel....jajajaja...me encanto

Luca dijo...

jajaja cualquier hora es buena para algo así, no crees? un besito dulcificado...

Luca dijo...

Esos instintos animales, siempre con las uñas fuera, cascabeleando jajajaja